El joven caballero setabense Jaime de Malferit, señor de Aielo y Cairent (“lugares” del término de Xàtiva) participó en las guerras mediterráneas de Alfonso el Magnánimo junto con su padre y un tío mallorquín, padre del célebre diplomático Mateu Malferit.
Como su primo, Jaime estudió Derecho en Italia. A su regreso a Valencia, en 1435, vino con el título de gobernador de Xàtiva o Dellà Xúquer (al sur del Júcar), uno de los oficios –vitalicio– más importantes del Reino de Valencia.
Su cometido era el de hacer justicia y reprimir caballeros díscolos, como Joanot Martorell, autor del Tirant lo Blanc, a quien hubo de hacer frente y embargarle bienes en 1437.
Por los años 1440-1442, como tantos otros nobles valencianos, Jaime cooperó junto con su hijo Francisco en la conquista de Nápoles. Tras colaborar en la administración del reino napolitano, Jaime obtuvo del rey un privilegio (28 de marzo de 1445) que le concedía la plena jurisdicción sobre Aielo y Cairent, territorios que se convertían así en baronías feudales, separadas del término de Xàtiva.
A partir de este momento, el señor se convirtió en el fundador del actual Aielo de Malferit: no sólo arrasó el urbanismo islámico, sino que edificó una nueva población, en torno a una plaza, en cuyo centro alzó un magnífico palacio gótico (el actual ayuntamiento), decorado con escenas de caza a la italiana. Estos proyectos, además de la atracción de vasallos musulmanes, hicieron que Aielo ganara no sólo en esplendor artístico, sino también en población y recursos.
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